Venta de carbón vegetal

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Durante otoño e invierno y a veces hasta principios de primavera era necesario calentar los hogares, la cocina principalmente donde se tenía encendida la “lumbre” desde primeras horas de la mañana hasta bien entrada la noche. Alrededor de este fuego se charlaba entre la familia y se realizaban todo tipo de actividades artesanales; las mujeres con agujas confeccionando abrigos, calcetines, bordando, haciendo bolillos, los hombres esteras, serones, sarrias, etc.
En muchos hogares pronto se empezó a utilizar el carbón vegetal, sobre todo para estufas y cocinas metálicas. Lo traían de pueblos limítrofes al nuestro: Henarejos, San Martín, Villar del Humo.
Este carbón se conseguía haciendo montones de troncos, principalmente de carrasca y roble, que convenientemente colocados se dejaban en una especie de hueco para que el fuego, que durante varias horas iba tostando y ennegreciendo los “palos” hasta convertirles en carbón, que una vez frío se llenaba en sacos y se transportaba en burros sobre todo, a venderlo a otros pueblos. La carga solía ser de 3 o 4 sacos por viaje.

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